Volteo al pasado, me busco, me veo y me parece que estoy frente a otra persona ¡Que fortuna! he cambiado mucho. Estoy satisfecha de lo que fui, pero estoy demasiado feliz con lo que soy, y me motiva imaginar lo que puedo ser.
Pensé que cada 23 de abril me iba a invadir la nostalgia porque fue la fecha en que decidí salir de mi país, en que decidí dejar todo lo conocido, lo vivido, lo logrado, lo amado; pero no es así, no siento nostalgia, más bien siento agradecimiento por todo lo que ha cambiado en mi vida, por todo lo que he logrado evolucionar a nivel emocional.
Fue lindo nacer en Venezuela; haber vivido en barrio, campo y ciudad, pues esto me enseño humildad pero también me motivo a progresar; haber sido criada por una tradicional madre venezolana, firme de carácter pero de corazón bondadoso, sin mayor nivel de instrucción pero con mucha educación, un alto sentido de responsabilidad y un incansable espíritu de lucha; disfrutar la calidez de mis compatriotas, gente loca que apenas conoces y te abren las puertas de su casa y te hacen sentir en familia; estudiar en una importante universidad, aunque ya para esa época estaba siendo castigada por el régimen de turno; trabajar en grandes empresas y relacionarme con profesionales excepcionales, crecer en la profesión que tanto me apasiona; recorrer su territorio, maravillarme con la belleza de su naturaleza: hermosas playas, relajantes montañas, majestuosos tepuyes (aunque confieso que me dio miedito estar en la selva); comer, comer y comer la deliciosa comida venezolana; adquirir bienes materiales tal como me lo había propuesto. Pero esto ¡ya es pasado!.
En este momento de mi vida he dejado de darle importancia a ciertas cosas que antes me parecían vitales, como poseer algunos bienes materiales, esto no quiere decir que no pretendo esforzarme por mejorar constantemente mi calidad de vida y la de mis seres queridos solo que ahora la prioridad es diferente; por otra parte, he aprendido a valorar cosas que antes ni consideraba, como la inocencia de los niños, la importancia de que sean educados adecuadamente y no me refiero a la educación formal de las escuelas, sino a educarles emocional y actitudinalmente para que tengan herramientas para enfrentar y disfrutar la vida.
Sin duda alguna la maternidad me está puliendo, me está permitiendo crear una mejor versión de mi, ver con otros cristales mi historia pasada y lo más importante visualizar un futuro con propósito. Así que de ahora en adelante cada 23 de abril ya no será una fecha para «llorar» por la historia vivida entre 1982-2015, sino que será una fecha en la que haré balance, planificaré para el futuro con una actitud de servicio, de crecimiento y evolución constante.
Volveré al pasado a buscar aprendizajes, pero no a vivir allí.